Los fantasmas de mi sombra


Que las palabras no se las lleve el viento


23 de agosto de 2013

Sin atavíos (No te adornes)


No te adornes la sonrisa ni te muerdas los labios, no maquilles tus párpados ni utilices fragancias baratas. No te adornes querida, no te adornes tanto. 
¡No te muevas! ¡He dicho que no te muevas! Tan sólo mírame, mírame ahora y dime qué ves en mi. No quiero engaños mujer, no quiero frases hechas, ni halagos falsos.

Tus ojos son exactamente como los que imaginé. Podría acercar mi cuello junto a tu fina nariz para sentir tu respiración, para rozarte tan solo un poco. Eres perfecta así, sin tanto atavío inútil, a veces no entiendo por qué las mujeres desean ser tan atractivas con productos que solo estropean su anatomía. 
Pero bueno mujer, ¿por qué no has dicho nada hasta ahora, acaso me tienes miedo? Tranquila, este pobre hombre no podrá hacer nada, nada que no quieras, por supuesto. Pero déjame decirte que me encantaría poder ver más que tu excelso rostro, me encantaría que quitaras esa cara de angustia. Hay algo en tu rostro que me cautiva tanto y me intriga de sobremanera.

No puedo mirarte bien desde aquí, ¿será que te has ido o será que me has dejado de mirar? Querida, sólo quiero que estos desgastados ojos conserven algo hermoso, quiero hacer eterno este momento, pero sé que tendrás que irte o probablemente me marche yo primero y jamás compartamos el espacio y el tiempo que ahora nos une.
Me gustaría tanto escuchar tu voz, debe ser lo más parecido a la voz de un ángel o una diosa, pero no entiendo por qué no has querido decirme nada, comienzo a sentirme incómodo... a desesperarme. 
Puedes decirme si quieres “Vete al carajo” “Me molesta tu mirada” o si quieres puedes decirme que estuviste todo este tiempo ahí, callada e inmóvil esperándome, ¡di algo cariño!, lo que sea, quiero escucharte. 

Creo que aún no te has dado cuenta pero he estado aquí cerca de ti por más de una hora y al parecer no me escuchas, ¿o será que no puedes verme y por eso no te acercas a mí?
La gente me observa de manera extraña, me incomodan sus miradas, me hacen sentir estúpido, pero bueno, qué más se puede pensar de un cabrón que lleva sesenta minutos tratando de entablar una conversación con un pinche cuadro de Da Vinci.



No hay comentarios:

Publicar un comentario