Los fantasmas de mi sombra


Que las palabras no se las lleve el viento


12 de junio de 2013

Ensayo sobre el amor

¿Será posible definir el concepto de algo que no podemos ver ni tocar? El amor no tiene un color definido, es incuantificable, pero se encuentra siempre pululando entre las personas. Si bien no es algo tangible, puedo aseverar que existe desde el momento en que se invento esa palabra. Nunca había pensado en elaborar un ensayo sobre el amor. Es sumamente difícil encontrar el concepto idóneo y saber cuál es la definición universal correcta. Es algo tan cotidiano, tan usual y a la vez tan efímero que nunca nos ponemos a pensar claramente ¿qué es lo que nos hace despertar ese sentimiento?

Sabemos que estamos enamorados cuando se desborda aquel sentimiento que se produce en nuestro cerebro al liberar endorfinas, cuando nuestro corazón acelera a mil por hora y tenemos la necesidad de presionarnos el pecho para dejar de sentir que se va derramar todo aquello que acabamos de experimentar. Es una explosión tan inmensa que nos hace querer más y nos duele, porque no sabemos cómo podemos llegar al punto máximo del amor, al éxtasis, al clímax, sin la incertidumbre de que al poco tiempo ese concepto de amor se esfume o se transforme en obsesión o necesidad de ser querido.

El amor se siente, se vive, se piensa en completa soledad. El amor más inmenso se manifiesta al estar completamente solos, al alejarnos de esa persona. Es más fácil hablar de amor cuando no se está enamorado. Somos seres temerosos, egoístas, incrédulos; nos da miedo experimentar el sentimiento de amar porque la consecuencia inmediata y contraria es el odio, evitamos que la pareja llegue a ser nuestro peor enemigo.

El escritor francés contemporáneo Frédéric Beigbeder habla sobre el amor de la siguiente manera:


“El amor es una catástrofe espléndida: saber que te vas a estrellar contra una pared y acelerar a pesar de todo, correr en pos de tu propio desastre con una sonrisa en los labios; esperar con curiosidad el momento en que todo se va ir al carajo. El amor es la única decepción programada, la única desgracia previsible que deseamos repetir” 

El amor posee características inimaginables, es engañoso, el más cruel de los sentimientos, y a la vez el más puro. Nosotros no decidimos cómo vamos a amar, el amor es quién decide cómo quiere jugar. No es un asunto teórico, sino práctico. No existe una ley que diga cómo se debe amar y con qué intensidad, no hay reglas que seguir y quizá eso es lo más complicado, pues por ser un sentimiento tan único y que en cada persona se desarrolla de forma distinta, nos cuesta trabajo encontrar la diferencia entre amar, querer, necesitar o desear a otra persona.

Somos víctimas, victimarios, los buenos y los malos, los tontos, los ciegos y los sordos, los dejados, los manipulados y manipuladores, somos los pendejos y los confundidos, los más celosos y envidiosos.

El amor que sentía Tomás hacia Teresa en La insoportable levedad del ser era único, él la amó desde el primer momento que la vio pero nunca le fue fiel. Justificaba su amor como algo más espiritual que sexual, y ella pasó su vida a su lado, cuidando de él y amándolo. Cada uno se amaba a su manera pero sabían que era amor.


Me parece difícil concebir la idea de que exista el amor hacia alguien que no nos ama, para estar enamorados hay que tener plena seguridad de que la otra persona también lo está, pero ¿se puede amar sin ser correspondido? El amor nos lleva a explorar terrenos desconocidos, a realizar todo tipo de cosas sin importar las consecuencias, cuando una persona está realmente enamorada no ve más allá; el amor nos lleva a lo más profundo, nos hace perder la razón, a volvernos locos, incluso a alucinar el nombre del ser amado, a transformarlo en nuestro enemigo a vencer, y es sólo es por el miedo que nos da ser susceptibles a entrar a ese gran túnel por el que caminamos a ciegas.






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